Según International Life Sciences Institute, un alimento funcional es "aquel que le confiere al consumidor una determinada propiedad beneficiosa para la salud, independientemente de sus propiedades puramente nutritivas".
Existen 5 métodos para elaborar un alimento funcional. Por un lado, pueden optar por eliminar un componente perjudicial para los consumidores (o para un grupo de consumidores). Los alimentos sin gluten (que esta en el trigo, centeno y en la cebada) están elaboradas para las personas que no puedan digerir esta proteína por la enfermedad del celiaquismo; por ejemplo, pueden elaborar galletas sin gluten, las cuales no llevan harina de trigo. Otro ejemplo son los productos lácteos sin lactosa (leche sin lactosa, queso sin lactosa...) la cual no se tolera por un grupo grande de personas; le añaden la encima lactasa a la leche para que corte los enlaces de lactosa y así no tenga que hacerlo el consumidor, que en este caso no pueden.
Por otro lado, los fabricantes pueden incrementar la concentración de un componente que el alimento ya poseía para que haga más efecto.Por ejemplo, los lácteos enriquecidos en calcio, elemento esencial para la formación y protección de los huesos y dientes; se vende leche con alto contenido en calcio y vitamina D, la cual ayuda en la absorción del calcio. Otro ejemplo son los zumos con extra de vitamina C, para el crecimiento y reparación de los tejidos del cuerpo.
La tercera opción puede ser suplementar un alimento con un ingrediente que antes no poseía. Ejemplo de ello puede ser la leche enriquecida en ácido fólico, una vitamina esencial para el correcta producción de los aminoacidos en el cuerpo; las embarazadas y postembarazadas deben ingerir más ácido fólico para ellas y los bebés. Otro ejemplo es la sal yodada, la sal común con yodato de sodio; esta es para suplir la deficiencia de yodo por no comer vegetales, pescado y leche.
Otro método es sustituir un componente que puede ser nocivo por uno neutro o positivo. Por ejemplo, los alimentos que en vez de llevar sacarosa o fructosa, llevan otros edulcorante como la sacarina, azúcar artificial sin calorías; aún así, aunque no lleve calorías es igual de perjudicial; ejemplo, un yogur natural edulcorado. Otro ejemplo es el de la sustitución de hidratos de carbono (grasa) poco saludables por otros no dañinos; por ejemplo, sustituir el aceite de palma, fácil de obtener y manejar, por aceite de girasol o coco, que son menos saturadas. En la imagen de la derecha podemos ver unas galletas 100% con aceite de girasol.
En último lugar, se puede alterar la biodisponibilidad metabólica de alguno de los nutrientes de un alimento convencional con el objetivo de tener un efecto positivo en la salud. Por ejemplo, las leches fermentadas y la margarina para bajar el colesterol. Se supone que reducen el colesterol ya que bloquean su absorción en el intestino. Por ejemplo, la leche benecol de kaiku o la margarina pro activ de flora.
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