No hay consenso para la definición de inteligencia artificial y esto es debido a que es una ciencia relativamente nueva y sobre todo, porque tampoco la inteligencia humana está definida con exactitud. Aun así, en general, se puede decir que la IA es el intento de imitación de la inteligencia humana por parte de los robots o softwares.
La IA ha sido y será toda una revolución. En poco tiempo ha llegado a numerosos ámbitos de nuestra vida cotidiana: la computación, finanzas, medicina, industria pesada, servicio de atención al cliente, transportación, juegos…etc. A medida que nos ha facilitado la vida a los humanos, también ha acarreado varios riesgos que aumentan exponencialmente. Por eso, es necesario conocer las implicaciones de la IA y ser conscientes de los peligros a los que nos exponemos en el mundo de la inteligencia artificial.
Como dicho, sus aplicaciones están por todas partes. La primera de ellas fue en el mundo computacional; antes, los sistemas informáticos hacían lo que se les mandaba y ahora, podemos meter datos de entrada y la máquina nos da unos resultados después de hacer unas operaciones. Por ejemplo, los algoritmos de búsqueda o “pathfinder” de los sistemas informáticos que sirven para recorrer los caminos más cortos y eficientes desde la salida hasta la meta; google maps te dice cuál es la ruta más corta, en función de las distancias y la congestión del tráfico que haya en ese momento. O los algoritmos que utilizan las empresas como google, amazon, netflix…etc. para sugerirnos los productos que más nos atraen a partir de analizar los datos que manejamos en el móvil y en el ordenador.
Existen distintas inteligencias artificiales, según su campo de uso. Dentro de estas, entran los sistemas expertos son los que intentan emular a los expertos humanos en una materia como puede ser un trabajador de atención al cliente, recepcionista, economista o cinéfilo.
Y qué decir del uso de los robots en la industria pesada. Dándoles ordenes manuales, ellos acatan. Al principio, se utilizaban aislados de las personas ya que podría ser peligroso, pero ahora, podemos trabajar uno al lado del otro, complementando el trabajo del humano y con detectores para que no nos hagamos daño. Ahora, trabajamos menos y producimos más en menos tiempo, mejor calidad de vida si lo comparamos con la antigüedad.
En medicina y finanzas, se emplea la inteligencia artificial que se basa en la toma de decisiones de problemas planteados, basado en los datos que se le da al sistema de distintos expertos filtrados por unos criterios en concreto para cada problema. Esto se utiliza de un modo complementario, ya que será el médico el que tome la última decisión sobre un paciente o será el trabajador de finanzas el que apueste por una inversión en concreto.
Por otro lado, existen las redes neuronales artificiales, que intentan imitar el comportamiento de las neuronas. Estas sirven para manejar una gran cantidad de datos, mediante las operaciones neuronales y las señales que se emiten y se reciben unas a otras, empleando el ensayo y error (el aprendizaje automático o “machine leanrning” es clave en la revolución de la inteligencia artificial) y la actualización de los datos; así, sacan conclusiones basadas en la probabilidad. Son buenas para reconocer patrones, asociar ideas…etc. y por tanto, funcionan muy bien en el reconocimiento de texto, imágenes, procesamiento del lenguaje…etc. Los coches que se manejan solos también se basan en el aprendizaje profundo, basado en las múltiples capas de las redes neuronales artificiales.
Pero no todo es oro lo que reluce, existen riesgos potenciales en los ámbitos que hemos citado.
Por un lado, los algoritmos que se utilizan en nuestros aparatos inteligentes son evidencia de que manejan nuestros datos personales y en esta era, que las empresas más poderosas las tengan gratis es un peligro. Aceptamos toda clase de condiciones simplemente por comprar algo en internet y lo hacemos inconscientemente, esto también se puede extender a lo que compartimos en las redes sociales….todo lo que subimos a internet, deja de ser nuestro y pasa a ser de la plataforma a la que lo hemos subido y claro, también es público para todo el mundo. Aunque pensemos que estamos eligiendo lo que queremos en internet, sea la compra de un producto que en ese momento nos atraiga o sea la lectura de un artículo, no somos libres de esa elección….al exponer nuestros datos, nos sugieren lo que quieren que queramos…Por eso, es importante ser conscientes de esa manipulación y actuar con cautela. Que nos revisen los datos para vendernos productos es obvio…pero, y ¿si empezamos a ser manipulados para que cometamos actos delictivos o nos hagan fraude? La inteligencia artificial, precisamente, se debería usar para detectar actos delictivos, discriminaciones, fraudes….etc. en la red, y no para cometerlos.
Por otro lado, nos exponemos al peligro de convertirnos en personas pasivas. Al dejar a las máquinas que “piensen” por nosotros, perdemos capacidad de decisión, autonomía…por ejemplo, ¿si en la escuela empezásemos a solo utilizar el ordenador y dejásemos de escribir, pintar…en el papel y además, dejar al sistema del ordenador que nos haga los cálculos para solucionar un problema? No podemos perder eso que nos diferencia de las máquinas o softwares.
En medicina o finanzas, el uso de los algoritmos de toma de decisiones pueden ser claves para detectar una enfermedad o atacarla con un método u otro. Pero, hay que se cuidadosos, las personas debemos ser los últimos en decidir y no podemos dejárselo a la máquina. Las máquinas y robots no tienen capacidad de entender las indirectas, ser empáticos o emocionarse…y esto solo es cosa de humanos, unas capacidades que no se pueden trasladar a la inteligencia artificial y que son tan importantes para tomar decisiones éticas.
Por otro lado, somos nosotros los que metemos los datos en una máquina o robot, por tanto, las minerías de datos o el BigData pueden estar sesgados y llevarnos a conclusiones que no son objetivas y favorecer a ciertas personas o discriminar a otras. Algo que al principio, es de ayuda a tomar una decisión objetiva, puede convertirse en subjetivo.
El último riesgo, el más famoso plasmado en el cine y la literatura, pero que no es más grande que los anteriores citados, es la posible “dominación de los robots hacia la humanidad”. La primera imitación de la inteligencia humana por parte de una máquina la proporcionó Alan Turing, matemático que descifró el sistema enigma en la guerra nazi, con su planteamiento del “Test de Turing”, donde un humano debía distinguir si con quien hablaba era una persona o un robot y si fallaba, la inteligencia del robot ganaba, haciendo posible que el “pensar” fuera trasladado a las máquinas. No obstante, creo que no deberíamos asustarnos demasiado, al fin y al cabo, los humanos somos los que creamos a las máquinas, son nuestras extensiones y no pueden ir más allá de lo que nosotros programamos en ellos…aunque sea muy interesante y aterrador pensar que acabarían dominando a la humanidad.Pero, la inteligencia no está definida, es difícil de entenderla científicamente, de esta manera, las máquinas no serán tan inteligentes como los humanos.
El desarrollo de la inteligencia artificial está en auge y por eso, es importante anticiparnos a los riesgos que estos conllevan y usarla con prudencia, no desmesuradamente y para acciones que no necesitan de ninguna inteligencia no humana.
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