Las nuevas tecnologías y sobre todo, internet, han revolucionado el mundo de la comunicación. Respecto a ciencia, antes, para que uno pudiera divulgarse, solo lo podía hacer mediante la escuela, los libros y los medios de comunicación tradicionales. Lo mismo ocurría con el periodismo científico, que se hacía exclusivamente a través de la televisión o los periódicos. Así, la información se dirigía en una sola dirección, de los científicos, periodistas o docentes a la gente no científica, pero sin respuesta de vuelta.
Pero, desde que se inventó la web 2.0, cambió por completo esa unidireccionalidad. Desde entonces, las redes sociales, páginas web, blogs…etc. han posibilitado que cualquier persona, sea científica o no, pueda crear contenido científico y lo difunda sin límites; además, los usuarios interaccionan y pueden generar intercambio de opiniones y debate. Esto es un paso adelante porque la ciencia está al alcance de cualquier persona a la que le pueda interesar, puede elegir en un catálogo inmenso y lo puede recomendar entre sus seguidores o amigos en la red. Además, las redes sociales son muy fáciles de usar y la información se mueve muy deprisa; es dinámico y participativo y eso atrae.
Asimismo, un científico, investigador o divulgador, puede transmitir directamente lo que quiere divulgar o informar sobre su trabajo actual sin tener que optar por un intermediario para ello. Así, sabemos de primera mano lo que él o ella quiere comunicarnos.
Sin embargo, un problema grave es, precisamente, que existe un catálogo tan inmenso (de personas científicas, no científicas) que hace que uno se pueda perder en la elección. El hecho de que cualquiera pueda crear contenido tiene su ventaja, la libertad para comunicar lo que crea oportuno, pero, al mismo tiempo, puede ser peligroso; puede que no tenga los conocimientos, habilidades científicas o comunicativas que sí tiene un científico o un periodista científico y por tanto, al transmitir su mensaje, puede que sea erróneo o no del todo correcto. Pero no solo es culpa de quien difunde, sino de quien carece de análisis crítico para diferenciar una información veraz de una que no lo es y así, crear preconceptos erróneos como, por ejemplo, que la “pseudoterapía” funciona o “que la tierra es plana”, escritos en algún blog “científico” o mencionados por un personaje popular. El uso correcto de las redes sociales debería aprenderse en la escuela.
A pesar de ello, en general, las nuevas tecnologías han traído más beneficios que desventajas para la ciencia. El interés acerca de ciencia ha aumentado en esta década y una de las razones es Internet. Antes parecía un sector aburrido y ahora en cambio, existen muchos divulgadores científicos que se han lanzado a youtube, instagram o han creado sus blogs para divulgar y también, nuevas formas de comunicar las noticias de ciencia con variedad de vídeos y fotos, por periodistas científicos o científicos comunicadores que han logrado atraer a usuarios mediante la interacción.
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