En el siglo XVI distintos países y culturas estuvieron en contacto y por tanto, el conocimiento fue circulando y transformándose en un contexto de interacción social, cultural y político. La uniformidad de las costumbres se dio gracias a esos procesos complejos entre culturas.
Lo primero que se nos viene a la mente al escuchar “circulación del conocimiento en el siglo XVI” es la conquista de América por los españoles y portugueses y su consecuente desarrollo del conocimiento en ese lugar. La razón de ello es la forma en la que se nos ha contado la historia hasta ahora, desde un punto de vista eurocentrista; Europa en el centro y el resto de países esperando a ser iluminados con los conocimientos y capacidades europeos.
Afortunadamente, en los últimos años, numerosos historiadores han abogado por replantear y analizar desde otra perspectiva la circulación del conocimiento. Uno de ellos es José Pardo. En su conferencia nos habla de cómo se dio la circulación del conocimiento en el siglo XVI en Mesoamérica, concretamente en México.
En su conferencia, primeramente, nos recalca que la circulación no solo se produjo entre Europa y América, también existió esa interacción entre Asia y América, sin la participación de Europa. La historia se ha centrado en la circulación del Atlántico, olvidándose del Pacífico.
Además, hasta ahora la historia ha estado focalizada en los imperialistas, en su forma de construir el conocimiento en América. Hasta ahora no se les ha dado la importancia que tuvieron los nativos en la construcción del conocimiento. Y precisamente, Pardo en su conferencia nos habla de esos protagonistas olvidados de México, centro de intercambio cultural del mundo. Esta ciudad que estaba en contacto tanto con Europa como China, donde se producía el intercambio comercial.
Pardo nos confiesa que es muy difícil encontrar los testimonios de nativos porque son escasos, además de que los que han llegado sean indirectos, escritos por los europeos. No obstante, Pardo ha tomado como partida los cuestionarios reales que se hacían llegar desde Europa para recoger los datos y controlar el imperio.
Con la ayuda de estos cuestionarios, Pardo llega a una conclusión: la importancia que tuvo el conocimiento medicina en la conquista y en el proceso de conversión de la población mesoamericana.
En los primeros 60 años de conquista de México hubo una catástrofe demográfica donde murió cerca del 90% de la población nativa. Los colonizadores aprovecharon la situación para, con la excusa de sanar a la población, convertir a los nativos en la religión cristiana; los nativos, por su parte, intentaban desconvertir a los suyos; en definitiva, hubo grandes conflictos de ambos lados. Pero el poder social de los europeos ante los nativos hizo que la medicina europea se desarrollara y la nativa se perdiera. Aunque la medicina europea requería de los conocimientos de la americana; sus conocimientos eran esenciales.
En Mesoamérica no se encontraban las plantas medicinales de Europa y por tanto, se optó por desarrollar los sucedáneos a los remedios y aplicaciones traídos de Europa. Además, la corona quería el inventario de lo que se cultivaba porque así, tenían el control, ya que ponían impuestos a esas prácticas. En ello tuvo una gran importancia la historia natural, un instrumento esencial para universalizar los nombres de las plantas y antídotos. Pero para poder crear esos sucedáneos era necesario acceder al conocimiento indígena de las plantas autóctonas y los remedios medicinales que tenían antes de la conquista. La medicina se desarrolló de una manera bidireccional.
El caso que nos relata Pardo es sobre el desarrollo del conocimiento médico desde los años 1520 a 1620 en México. Este es solo un ejemplo de que la circulación del conocimiento no fue solo de Europa a América y que el papel de los nativos en la construcción del conocimiento fue clave.
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