11 de agosto del 2010
Tras más de un año en emergencia sanitaria global, se ha dado por acabada la pandemia causada por el virus H1N1 gracias al control sanitario y las medidas contra el virus. Las características clínicas de esta nueva gripe han sido similares a las de la gripe estacional, aunque su letalidad y determinadas características epidemiológicas han sido claramente diferentes. Se estima que ha provocado 151.700-575.400 de muertes en todo el mundo.
El virus porcino A (H1N1), resultado de una recombinación entre el virus porcino americano del 1997-98 y el virus porcino de Eurasia del 1979 y el salto a nuestra especie, ha causado una pandemia que ha tenido dos olas epidémicas. Los primeros casos de esta gripe se dieron en marzo del año pasado en México y poco después en California, diseminándose a gran velocidad por otros países, incluidos España, Reino Unido y Japón y otros países del hemisferio norte. A finales de abril la OMS declaró una emergencia sanitaría de preocupación mundial. La fase de emergencia pandémica pasó de fase 3 a 5 en pocos días y el 11 de junio se declaró la que ha sido la primera pandemia del siglo XXI. Para entonces ya había afectado a 74 países, con más de 30.000 casos confirmados en laboratorio y 145 muertes. La enfermedad se propagó a todo el planeta (Figura 2.).
(Vaqué Rafart, J., 2010)
Esta primera ola se dio con un pequeño desfase de semanas en los dos hemisferios; se desarrollo de mediados de abril a agosto en el hemisferio norte (Figura 4.), pero comenzó unas semanas después en el hemisferio sur (Figura 7.), coincidiendo con el inicio de la estación gripal, en especial en Argentina, Chile, Australia y Nueva Zelanda, concluyendo a finales de septiembre u octubre. En general, las capacidades sanitarias no se vieron colapsadas.
(Vaqué Rafart, J., 2010)
La segunda ola se desarrolló comenzando, nuevamente, en Estados Unidos y México en septiembre y unas 3 o 4 semanas más tarde en Europa, incluida España (Figura 8.).
Concluyó en la mayoría de los países afectados en diciembre del año pasado, aunque la enfermedad no haya desaparecido todavía.
Esta segunda ola fue más intensa que la primera (Figura 3.) y afectató a los países en los que hubo brotes en la primera y también a otros más como Ucrania y Vietnam.
(Vaqué Rafart, J., 2010)
Según un informe de la OMS, el valor más probable del número básico reproductivo (Ro) de la enfermedad ha sido del 1,2-1,7, variando de un contexto a otro. Estos datos señalan que la transmitibilidad de la gripe A ha sido ligeramente más alta de una estacionaria típica y similar a las anteriores pandemias.
En cuanto a la patogeneicidad, la OMS la ha evaluado en 8,9% en Estados Unidos, 9,2% en Canadá y el 3,4% en Reino Unido ha sido superior que la gripe estacional, que suele ser del 1%. La patogeneicidad ha sido notable, es decir, el porcentaje de enfermos que han requerido ser hopitalizados ha sido alta.
Afortunadamente, la tasa de la letalidad ha sido baja; el CDC ha indicado una tasa de 0,7-3,2 muertes por 10.000 enfermos. Esta tasa de letalidad de la gripe H1N1 es muy inferior a la de la gripe habitual, que suele ser ligeramente inferior al 1%. Por tanto, aunque el porcentaje de enfermos que requierían hospitalización ha sido notable, raramente ha causado muertes.
La diferencia notoria a otras pandemias y a la gripe típica, ha sido la edad de los infectados por esta gripe. De todas las muertes en todo el mundo, el 80% de las personas eran menores de 65 años, hecho que difiere de una epidemia de gripe estacional típica (Figuras 9. y 5.), en la cual el 70-90% de las muertes suelen ser de gente mayor de 65 años. Los expertos han explicado que las personas mayores de 60 años han tenido un grado de inmunidad preexistente por las pandemias pasadas. Los más vulnerables han sido los niños pequeños, las embarazadas y las que sufrían enfermedades respiratorias o crónicas.
(Vaqué Rafart, J., 2010)
Los esfuerzos en la prevención y control para reducir la repercusión de la gripe A han sido satisfactorios. Hoy en día la pandemia está controlada y la OMS ha declarado su fin. No obstante, no debemos bajar la guardia, es imposible predecir si a largo plazo las personas jóvenes van a a seguir expuestas a mayor riesgo de sufrir una enfermedad grave o si ,de lo contrario, cambiará esta situación. Por ello la aplicación de las vacunas disponibles ( la vacuna antipandémica monovalente o la vacuna estacional trivalente), sobre todo en los grupos expuestos a alto riesgo de sufrir enfermedad grave, y la higiene respiratoria y de las manos son esenciales en contra del virus H1N1 (y los otros virus estacionales: H3 y B).
No sabemos con certeza si en el futuro el virus H1N1 seguirá circulando como cepa del virus de la gripe estacional, proporcionando así la inmunidad de las personas. Escuchemos lo que digan los expertos epidemiólogos y las autoridades sanitarias.
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