Es difícil explicar las emociones mediante las palabras. Sin embargo, intentaré describir lo mejor posible dos experiencias emocionales vividas recientemente ante dos manifestaciones artísticas.
La primera es un concierto de música que dio la banda Belako en Gasteiz hacia enero de este mismo año y la segunda, la película “Mi vecino Totoro” estrenada en 1988 por el director Hayao Miyazaki pero que han proyectado en un cine de Donosti hace dos semanas.
EL CONCIERTO DE BELAKO
Belako es uno de mis bandas preferidas, los sigo desde sus comienzos y me gustan mucho sus melodías pegadizas y su sonido punky. Por tanto, antes de ir al concierto, por la mañana, ya sentía una sensación de inquietud y alegría…porque sabía que iba a disfrutar, además, iba a compartirlo con dos amigos y mi hermana. Así fue mi día:
Entro en el coche, meto en el lector el nuevo disco de Belako y arranco. Recojo a mis amigos y nos dirigimos a Gasteiz por la autopista. A partir de Bergara todo lo que no era carretera estaba nevado y todo lo que era carretera estaba vacío, excepto nosotros claro. Solo el viaje fue una experiencia visual y auditiva muy placentera: contemplar la nieve bajo música rock.
Llegamos a la sala y antes de que comenzara el concierto viene mi hermana a sentarse al lado. Sentimos una gran emoción porque va a comenzar. Salen los cuatro componentes de la banda y ya me siento en paz. Desde ese momento todos mis sentidos se focalizan en el concierto. Siento que su alegría se me está pegando, no paro de sonreír igual que Cris, la cantante, pero no sé bien porqué lo hago y la música me “obliga” a mover la cabeza al ritmo de las canciones. No hay canción el grupo que no me guste, al escucharlas conecto con ellas porque las recuerdo y las revivo. Llega una de las últimas canciones, que aunque no sea una de mis favoritas, me emociona mucho: “Truce”
Belako toca Truce en el minuto 18:20 del concierto que dieron en Radio 3
Me emociona en especial porque antes de la canción, se ha creado un ambiente muy bonito en la sala. Cris reivindica la importancia que tienen nuestros amigos y amigas en la vida y precisamente, de eso trata la canción. Nos animan a “bailar” tambaleándonos de lado a lado junto con los que tenemos alrededor. Me siento eufórica y agradecida por tener la hermana y los amigos que tengo. Ahora, aparte de mirar al escenario, también miro y toco a mis amigos. Compartimos la felicidad y eso se nota en sus caras y movimientos. Esto que siento se debe, en gran medida, a la acción emocional de la música y de los músicos.
LA PELÍCULA MI VECINO TOTORO
La película anime “Mi Vecino Totoro” es una de las películas que marcó mi infancia. Hace mucho tiempo que no la veía y tuve la oportunidad de verla, junto a una amiga (de la infancia) en el cine hace dos semanas. Así fue la experiencia en el cine:
Entramos en la sala, que está llena. La mitad son de mi edad y la otra mitad son familias con niños y niñas. Hay alboroto, sobre todo porque los más pequeños están coreando el nombre “Totoro”, que es uno de los protagonistas de la película; es una especie de conejo u oso ficticio el cual transmite ternura solo por su imagen de mascota gigante. Yo también estoy emocionada porque pienso que les va a gustar mucho, al igual que me pasó al verla de pequeña. Comienza la película y los niños y niñas se callan, aunque no dejan de comentar la película en ciertas ocasiones preguntándoles o explicándoles a sus madres y padres lo que está sucediendo; me parece muy tierno.
Recuerdo de memoria los diálogos de unas escenas, que me llevan al suelo de mi casa, desde donde veía la película con mi hermana. Ahora me doy cuenta del significado de muchas metáforas que en su día no comprendía y siento satisfacción por ello; no solo he rememorado la película, sino que la he disfrutado de otra manera distinta, más razonadamente. Por ejemplo, antes no era del todo consiente de que esta escena no era posible en la realidad:
Pensaba que si querías que algo sucediera, solo tenías que quererlo mucho. Pero, ahora, cuando veo la escena, lo primero que siento es que la naturaleza, simbolizada por Totoro, se hace camino solo si los humanos dejamos que sea y la cuidamos, mimamos; no basta con querer, hay que hacer.
Al acabar el film, todos los pequeños, incluidos mi amiga y yo, cantamos la canción de Totoro que sale al final.
CONLUSIONES
De estas dos experiencias emocionales, me doy cuenta de que el compartir las emociones ha sido clave para que la emoción haya sido más grande. Además, que la experiencia emocional está sujeta al contexto y no solo al objeto artístico. ¿Cómo hubiera sido visualizar el concierto o la película, yo sola, o por internet? En definitiva, no sería lo mismo; cada experiencia emocional es totalmente distinta a otra, depende de qué manera transmiten sus canciones los de Belako o cómo se comportan los pequeños en el cine al ver Mi Vecino Totoro.
También me doy cuenta de qué importancia tiene la memoria en crear las emociones; recordar algo (las canciones de Belako, los diálogos de Totoro) es placentero. Pero también lo son las nuevas sensaciones (comprender de qué va la canción Truce o el entender la metáforas de Mi Vecino Totoro) las que se producen ante algo desconocido.
Y claro está que la predisposición por querer disfrutar ante una obra artística es esencial si queremos crear en nosotros unas emociones de todo tipo. Debemos abrir bien los ojos, afinar nuestro oído, tocar sin miedo, degustar con gusto y oler con fineza si queremos sentir emociones.
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