“Los eucaliptos son perjudiciales para los invertebrados y los hongos que viven en los ríos”, además, “aumentan la sequía y la probabilidad de incendios”; estas son las conclusiones que sugieren las investigaciones llevadas a cabo durante treinta años desde el grupo de investigación “Ecología de los ríos” del departamento “Biología y Ecología de las plantas” de la Universidad del País Vasco. Estas van acorde con los estudios de Portugal.
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En sus investigaciones y entrevistas concedidas explican la dinámica de estos árboles no autóctonos y qué efectos crean en los ecosistemas de ríos. Por un lado, estos árboles, tienen una tasa de crecimiento muy alto y se suelen cortar de entre 10 a 12 años, cosa que nos sucede, por ejemplo, con el roble, que se tala cada 100-130 años. Esto supone una tasa de erosión muy grande y hay que tener en cuenta que el suelo tarda mucho tiempo en regenerarse. Además, afirman que los eucaliptos necesitan mucha agua. Por tanto, tienden a disminuir el suelo y además, cambian el ciclo del agua, disminuyendo la de los ríos.
Es más, la caída de sus hojas, que contienen ciertos aceites, hace que el suelo sea menos permeable; las precipitaciones no pueden penetrar y se mueven por la parte de arriba, se llevan parte del suelo, acabando en los ríos, embarrándolos. Tampoco hay que olvidar que el proceso de tala, el matarrás, es muy invasivo; para llegar a los sitios destruye los terreno para abrir caminos y para extraer los árboles; es decir, arrasa con todo.
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Ciertamente, los organismos de los ríos pequeños, para conseguir energía, recurren a dos vías. La primera, las algas, hongos...etc. que habitan en él; no obstante, dada la turbulencia creada a causa del embarramiento antes mencionado, no se favorece su crecimiento, disminuyendo su cantidad. Por otro lado, recurren a la materia orgánica que llega desde fuera, materia que en este caso, son sobre todo, las hojas de eucalipto, tóxicas para las especies de nuestros ríos. En conclusión, la alimentación de los invertebrados es escasa y perjudicial, alterando también la cadena alimenticia.
Por otro lado, sus hojas son muy fáciles de prender, hecho que aumenta la probabilidad de incendios. Un claro ejemplo son los incendios vividos en Portugal este verano.
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La afección del suelo, los ríos cercanos al eucalipto y la probabilidad de incendio aumentan por momentos a causa de la “fiebre” del plantamiento. Esto está relacionada con la enfermedad de los pinos, característico por el color rojizo que cogen las hojas. Este tipo de pino, que tampoco es autóctono ni sus hojas son buenas, está afectados por el hongo Lecanosticta acicola, y ha creado la “necesidad” de plantar otros árboles (desde hace poco más del 2010), siendo uno de ellos el eucalipto, rentable económicamente pero más problemático en cuanto a hábitats.
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Los dueños de las plantaciones están talando sus pinos, que ya no son rentables, y plantando eucaliptos masivamente. Otros, este verano, han optado por la fumigación del hongo en el pino, pero, miembros del departamento de “Ecología de Ríos” afirman que este tipo de fumigación no tiene evidencia científica previa y que no se saben las consecuencias que puede tener.
En cuanto al gobierno de Euskadi, visto el problema con los pinos, concede ayudas para quien quiera talar y plantar otros árboles, pero no las da si se trata del eucalipto. Sin embargo, la plantación de eucalipto no está prohibido ni regulado; se puede plantar si uno tiene dinero.
Teniendo a mano toda esta información, podemos decir que tenemos un problema muy grave: mediante la plantación del eucalipto, estamos destruyendo el suelo, estamos atacando a los ecosistemas de los ríos, estamos aumentando la probabilidad de incendios...nada más que decir…
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